martes, 11 de agosto de 2015

Lo que no debería de pasar un lunes

Una amiga me dijo que escriba de la lluvia y de los lunes...

Los lunes suelen ser traumáticos, son la sinestesia de saber que los sueños programados para el fin de semana no se cumplieron y que nuevamente se debe esperar una semana más para que, tal vez, puedan realizarse. Es como un reloj de arena que el domingo a las 23:59 comienza a girar para que nuevamente toda la arena quede deposita en un lado y empiece a caer otra vez lentamente.
Hoy estoy en unos de esos días esponjosos. En Buenos Aires llueve hace varios días y la velocidad con la que corren las nubes grises me lleva a creer que va a seguir así un tiempo más. Entonces, van a ser días en los que mis pies van a estar mojados, mis pelos inflados, al estilo Hermione Granger, el pantalón va absorber toda la humedad del piso y seguro que pise alguna baldosa floja que terminará salpicando toda mi ropa con agua sucia.
En un intento de cambiar mi suerte salgo de mi departamento, me levante a las 06:30. Cruzo al Starbucks más cercano y desayuno mirando por la ventana como la gente se moja, realidad que pronto voy a experimentar cuando tenga que salir a tomar el colectivo.
Escucho Scissor Sister, una banda que siempre me pone de buen humor. Me siento olor a perro, no sé si es un efecto de días prolongados de humedad o si es consecuencia de mi nueva huésped. Hace unos días cuido la perra de mi primo.
Mientras sigo mirando por la ventana pienso en todas las cosas que hoy no deberían de pasarme.
1- Ningunos de mis compañeros de oficina debería de señalar que hay olor a perro. Si esto sucede, debería de montar una estrategia para disimular que la que tiene ese olor soy yo.
2- No debería de pisar caca de perro. Experiencia por la que habitualmente me veo expuesta por no mirar por donde camino.
3- No debería de comer más carbohidratos que los que ingerí en el desayuno.
4-  No debería de cruzar a mi jefe, hasta que haya podido controlar mi pelo
5- Y la más importante y fundamental de todas. No debería de agarrarme dolor de panza
Todos tenemos algún órgano o parte del cuerpo que a veces nos juega una mala pasada. Bueno, últimamente los míos parecen ser los intestinos. No puedo estar nerviosa porque la panza empieza a realizar ruidos como si fuera un barco llegando al puerto. Si estoy por dar un examen, seguramente una semana antes de rendir, comience a sentir que voy a morir por una inflamación intestinal y termine en una guardia rogando que me dejen en observación. Si como mucha verdura de hoja seguramente voy a tener largas jornadas en el baño, algo que no tendría que suceder ahora ya que mi oficina no tiene baño y tengo que bajar dos pisos.
No me gustan los días de lluvia, creo que es un efecto de la edad. Cuando vivía en mi ciudad disfrutaba de paseos en bicicleta debajo de la llovizna, hoy estar húmeda y pegajosa me molesta.
En fin, en un acto de valentía salí del Starbucks y subí al 41. Ya llegue a la oficina, nadie me sintió olor a perro mojado, mis pelos lucen glamorosamente desprolijos, aun no hay señales de dolores de panza y mi jefe nos trajo chocolates y bizcochos. Tal vez este lunes no sea tan grave, sino, más bien, el inicio de lo que serán las fantasías de fin de semana.
Semilla GALActica

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