martes, 19 de abril de 2016

Confiance


Para NB por su valentía y por enseñarme que una vida con prejuicios puede desviarnos de la felicidad.

Hoy me desperté con una pregunta: ¿qué pasa cuando los prejuicios nublan nuestra percepción?
Hemos sido educados bajo la noción de que el hombre debe comportarse de tal manera, la mujer de otra y que el comportamiento no debido se reprime. Pero, ¿qué pasa si aquello que nos han enseñado y que durante tanto tiempo hemos intentado aprehender no era del todo lo acertado o, al menos, lo que nos hace feliz?
Hace días atrás hice una choripaneada para recibir a mis amigos entre los cuales había una francesa que hace pocos días había llegado a Buenos Aires. El menú fue: vino, choripanes y clericó.  Algo más autóctono no se nos ocurrió. Mi comportamiento en ese caso estaba siendo el no debido ya que abría las puertas de mi casa a un desconocido. Sin embargo, me arriesgué  y seguí mi percepción: sabía que iba a conocer a una gran mujer. No pensé más y permití que mi intuición no esté nublada por los prejuicios del no deber.
Esa noche no sólo conocí una persona hermosa, sino que me enseñó que en una semana, lejos de su estructura, de los prejuicios, de los condicionantes, de lo aprendido y de lo que le habían inculcado desde chica, había logrado más amigos que en media vida en Francia. Ella había elegido su propia aventura.
Por momentos me alejé del grupo para observar la escena como un personaje que espera su turno para salir al escenario. Lo que veía me encantaba y sorprendía a la vez. Veía nobleza y solidaridad, personas, que hasta momentos antes no se conocían, se encontraban contando cosas de sus vidas, experiencias, pensamientos, sentimientos. Y ahí me dí cuenta que muchas veces nos perdemos de experiencias increíbles por el solo hecho de quedarnos encerrados en los prejuicios, los cuales, por cierto, no son más que lugares seguros, de comodidad.
Tenemos que saber que si sólo nos quedamos con lo que conocemos y no intentamos abrir nuestra mente, probablemente un mundo entero se nos pase por al lado sin siquiera poder percibirlo. Debemos de tomar conciencia que es posible encontrar miles de cosas lindas si nos corremos una milésima de distancia del camino que nos han trazado. Una vez un amigo me dijo que no hay malos caminos, solo hay caminos pero que sí, en todo caso, hay malos caminantes. Y de eso se trata, de no quedarse con las ganas de explorar, de abrirse a la curiosidad y ver que pasa. Ya no quiero que me cuenten cómo es ahí afuera, eso ya no alcanza, quiero verlo, sentirlo.
Mi prima me dice constantemente que siempre fui curiosa, que nunca me quedaba con la intriga de algo. Esto me lleva a suponer que las ganas de conocer no son de ahora, que siempre me acompañaron, sólo que tal vez hoy se ven potenciadas porque no hay miedo sino intriga y la conciencia de saber que no hay estructuras más que las mías, que no hay compromisos más que conmigo misma y como me dijo mi nueva amiga francesa todo se trata de confiance.

Semilla GALActica

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