jueves, 11 de febrero de 2016

¿Qué nos pasa cuando nos mienten?

Cuando somos chicos las madres (esos seres maravillosos) son las encargadas de señalarnos que si mentimos posiblemente haya consecuencias. En mi casa si uno mentía mamá nos decía que nos iba a crecer la nariz como a Pinocho o, en su defecto, que el niño Jesús iba a estar triste. En fin, métodos para enseñarnos que cada acción genera consecuencias.
Pero cuando somos grandes y no tenemos a nuestras madres guías para que nos adviertan sobre las mentiras, ¿nos vemos más tentados a mentirle al otro o simplemente lo hacemos por el placer que nos genera crear una  "posibilidad paralela" que complejamente no suele ser real?
Al ser adulto la mayoría de nosotros tratamos de hacer lo correcto y debido, hasta que la seguridad nos cansa y decidimos mandarnos la cagada. Algunas mentiras surgen de manera consciente, otras simplemente nos salen sin desearlas pero, ¿qué nos pasa cuando nos mienten?
De repente creemos tenerlo todo, ser felices, ir sin problemas y ¡pum! la verdad nos atraviesa. Nos damos cuenta que nada era real, que todo era ilusión y que tomamos como verdadera la mentira. Muchas veces es parte de un juego inocente o es el solo deseo de tener la felicidad del otro lo que nos lleva por el camino del engaño y su aceptación. Pero, ¿qué hacer, dejar de creer, no confiar más?
Cuando sos adulto nadie te señala que la consecuencia te persigue y probablemente sea mucho más grave que una nariz al estilo Pinocho. A pesar de eso, no importa lo que pase porque seguramente  la víctima de la mentira termine siendo más fuerte después de ese día, se vuelva más fría, menos crédula y opte, tal vez, por no creer más.
Hoy tengo una mezcla de desilusión, angustia y desesperanza. Es raro porque más temprano alguien me preguntó cómo me sentía y le dije que esperanzada. No sabía que momentos más tarde "mi verdad" que en realidad no es mía pero me salpica me llevaría a escribir esto.
Me pregunto qué es lo que estoy sintiendo ahora: primero que se me desgarran las entrañas y quiero llorar, después llego a la conclusión que es un nuevo paso hacia la iluminación del corazón.
Hoy hubo un punto de inflexión. Por algo me olvide el teléfono, por algo una amiga recordó un nombre, por algo supe lo que no tenía que saber. A veces la vida se trata de eso: "saber o no saber" de detentar el conocimiento. Hoy me tocó saber.
El conocimiento puede ser la puerta a la angustia porque cuando sabemos que algo es de tal manera la mente ya no puede imaginarlo de otra forma porque ha habido una concreción. La verdad no puede dibujarse o esconderse porque siempre se devela y alguien termina afectado.

De repente te das cuenta que habías vivido la felicidad de otro y que invertiste los últimos tres meses de tu vida en alguien que no lo merecía, pero también se dice que se hace camino al andar y en cada paso probablemente nos topemos con seres de luz que nos tienen que enseñar algo de esta vida y con seres que tal vez no merezcan cruzarnos. Hoy con el corazón más roto, con la inocencia quebrada y la bondad vulnerada, le digo a ellos, los mentirosos, que esconder la verdad siempre genera consecuencias y deseo ya no cruzarlos.

Semilla GALActica


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