Esta semana matando mi tiempo en una red social me topé con una publicación de un amigo, en donde se preguntaba “¿qué pasa con los hombres?”. No sólo me llamó la atención que quien hiciera esa pregunta era, justamente, un hombre, sino, además, que la mayoría de quienes respondieron eran mujeres. Todo parecía planteado al revés.
La publicación no pasó desapercibida porque quedó en mi cabeza por varios días. Incluso llegué a buscar el post para leer los nuevos comentarios a los que, claro, no me animé a sumar ninguno. Y cuando esto no sucedía, alguna ferviente defensora feminista aparecía en la web para comentar. Lo que hacía que en una suerte de circularidad 2.0 el estado de mi amigo apareciera entre las novedades.
La pregunta volvió al cerrar la semana mientras escuchaba una entrevista a Spinetta. Antes de empezar a cantar él decía algo como que tenía una misión social, a lo que el periodista acotó - de manera poco inteligente- "luchar por la gente". Spinetta, con esa carismática simpleza que lo definía, sonrió y se puso a cantar. Tal vez ese bello arte era a lo que él se refería como su misión.
Puede que el interrogante no sea qué pasa con los hombres, si no dónde están aquellos capaces de hablarle sinceramente a una mujer. Si hasta el propio Charly García le canta al corazón de una mujer en uno de sus míticos temas, ¿por qué el tipo común no se lo permite?. Por qué tarda en invitarla un vino o por qué no reconoce que lo invade el mismo miedo que esconde la posibilidad de ser rechazado.
Estuve leyendo mucho sobre dos personajes, Lou Solome y Simone de Beauvoir. La primera, una mujer inteligentemente peligrosa, como Freud una vez la describió. Este personaje, de bella complejidad, exploraba la libertad de una manera muy crìticada para su época. La segunda, aparece como una enseñanza de una amiga feminista. ¿Por qué hablo de ellas?, porque creo que fueron capaces de ver al otro no como otredad, sino más bien como un igual. Al menos esa lectura personal me interesa más: el igualismo.
No creo saber qué les pasa a los hombres, pero sí sé que se han vuelto totalmente indecisos y algunos se enmascaran detrás de una insensibilidad difícil de sostener. ¿Será el miedo a una locura similar a la que sufrió Nietzche al ser rechazado por Lou Salome lo que los lleva a evitar el amor?, no lo creo.
Pero volviendo a nuestra época, podemos decir, tal vez, que ya no hay Ceratis o Spinettas, y que aquel que muestra un pizca de sentimentalidad y humanismo es tildado de "puto" por el resto de la manada masculina que lo acompaña.
Suelo enamorarme de estos personajes. No sé si es un patrón que me esfuerzo en repetir o simplemente me enamora la posibilidad de torcer sus habitus. Hoy quería escribir de esto, tal vez por mi insistencia a vivir en el amor o por mis experiencias frustradas o simplemente porque me encuentro en una banquina mental que me impide producir algo más atractivo para mi lector. Supongo que cualquiera de estas ideas puede ser posible, porque puede pensarse y materializarse en un blog.
Qué les pasa a los hombres... no lo sabremos, al menos por el momento y mientras sigan escondiendo emociones en emoticones que serán leídos en un sentido distinto al que han sido producido. Pero qué hacer si después de todo así es el sentido, una suerte de “horizonte de expectativas”.
Mientras tanto, tal vez, podamos invitar al “otro” a desnudar los sentidos e ir a explorar. Si sufrir es una posibilidad, no siempre tiene que ser una realidad.
Semilla GALActica
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