Suelo tener gestos extremadamente narcisistas. Con esto quiero decir que soy el tipo de chica que se junta con sus amigas y está los primeros quince minutos de la reunión hablando de lo que sólo a ella le pasó y de cómo se siente, hasta que, luego de unos minutos de reunidos, comienza a preguntarle al resto qué tal estuvo su semana. También soy el tipo de minita que necesita reconfirmar constantemente que el chico con el que sale está pensando en ella (o lo hizo en algún momento del día). Pero en un ejercicio de dejar de lado mis peores vicios es que hoy decidí escribir sobre el casamiento de mi amiga.
Espero que ella no se enoje por esto pero me desperté con la necesidad de hacerlo. Primero debería de contar cómo la conocí, aunque, en realidad, la conocí cuando ya la conocía. Suena raro pero fue así.
Era el año 2011 (creo), sabía que en mi trabajo había comenzado una chica que también estudiaba comunicación como yo pero aún no la había visto. Un día, por algún motivo, cambié mi horario de trabajo y nos cruzamos. Ahí la ví por primera vez. Me contó que había dejado comu ese año y estaba estudiando fotografía. Seguimos conversando y después nos dimos cuenta que habíamos cursado juntas semio I en el 2009. Hoy pienso que, tal vez, por lo complicada que nos había sido esa materia nunca habíamos tenido el tiempo, en todo un año, de percatamos de la existencia de la otra, o simplemente ese no era el momento de conocernos. Luego no sé cómo seguimos, a veces mi cabeza tiene lagunas. Acá ella seguro podría llenar el vacío e incluso me remarcaría, como siempre, que el año que nos conocimos me invitó a su cumple y no fui anegando tener que estudiar. Lo importante es que de a poco nos hicimos más amigas.
Ahora, que ya saben como nos conocimos, necesito que tengan la imagen de como es ella. Ella es hermosa, fanática de los maquillajes, la fotografía y los libros. Extremadamente amante de los perros y los esmaltes. Sí, ella es del tipo de amigas que cuando visitas saca inmensas cajas con esmaltes para que todas nos pintemos. Suele ser común que al irnos nos llevemos, a modo de souvenir, alguno de los colores que más nos gustó y que ella ya no usa o tal vez nunca usó. Es fiel defensora de los animales pero principalmente de los perros a los cuales es capaz de proteger hasta con su propia vida (y no exagero). Es amante de los detalles, cumpleaños, día del amigo, navidad, en fin, cualquier fecha especial ella lo recuerda.
Hace ya unos años se cruzó con el que hoy es su compañero. De él les puedo decir que es hincha fanático de Racing, de los Simpson, los Redondos y el periodismo deportivo. Es excelente imitador y si hay cena de pareja él es el encargado de hacernos reír a todos.
Les podría contar cómo se conocieron, pero eso me lo guardo para cuando ellos tengan hijos. Pienso que, como buena tía postiza, les voy a contar con mis propios detalles como sus papás se conocieron. Pero lo que sí les puedo contar es que al verlos puedo notar como el amor se percibe en la mirada. Ellos no sólo son compañeros, novios y ahora esposos, también son cómplices. Comparten esa picardía mutua de mirarse y saber lo que el otro está queriendo decir sin necesidad de hablarlo, son de esas parejas que constantemente están teniendo chistes entre ellos pero con los cuales el resto también se ríe.
En estos años los he visto crecer como pareja, han criado (o más bien malcriado) a Homero. Han sabido sostenerse en momentos tristes y también celebrar los buenos.
Del casamiento les puedo decir que tuvo la esencia de los dos en todos lados. Banderines, al estilo hippie chic, decoraban el salón y el patio. Las fresias, que eran las flores preferidas de la abuela de mi amiga, regalaban su color y perfumaban el lugar. La entrada la hicieron al ritmo de los Foo Figther y la torta la cortaron con Florence the Machine de fondo.
Todo fue más que hermoso. Emotivo y sencillo. Puedo olvidar muchas cosas pero siempre voy a recordar el día que mientras comía, mi amiga me contaba que se casaba. Hoy hace un poco más de un año de ese día que entre lágrimas le decía lo feliz que me ponía.
Y si, un papel no cambia nada cuando el compromiso es real. Para ellos es mi entrada, para dos compañeros que ayer dieron el sí legalmente, pero ya lo habían hecho hace mucho tiempo. Como su mamá dijo en el civil: son dos buenas personas y siempre nos van a tener para que los acompañemos en lo que necesiten.
…y fueron felices y comieron hamburguesas veganas.
Semilla GALActica